Siendo parte de un sector de la sociedad que albergaba grandes privilegios, Camilo no dudo en despojarse de todo ello y de renunciar en su momento a la vida que llevaba. Y su decisión fue fundamentada por potentes argumentos, que como científico social y como humanista, esgrimió hasta los últimos momentos de su vida, comprometido hasta las últimas consecuencias y con la indoblegable idea de que era necesario unirnos, organizarnos, y actuar de manera ética por las causas populares, por ello le era imposible desconocer las penurias de millones, y más que eso, le era imposible dejar que ello sucediera sin hacer algo.
Camilo es un referente de gran talla como revolucionario colombiano, hace parte de nuestra historia, y por ello, recordarlo es ahondar en lo profundo de la lucha de los pueblos por la liberación; él se propuso, al igual que miles, hacer parte de la construcción de una sociedad socialista, donde, hombres, mujeres, jóvenes, adultos, ancianos, etc, pudiesen desarrollarse y llevar una vida plena, y en esa lucha perdió su vida, más sus ideas permanecen vigentes en el pueblo colombiano.
Finalmente, vale la pena rescatar que Camilo, realizó una crítica profunda a lo que se concibe como “Academia”, este no pensaba que la construcción del conocimiento fuera producto de un pequeño sector de la sociedad, y mucho menos que este conocimiento tuviera que quedarse en un selecto grupo; por el contrario, Camilo apuntó hacia la generación del conocimiento pero desde la base, la comprensión de la realidad pero para generar un cambio en ella, no actuó como académico simplemente, sino que dispuso de todos los conocimientos en aras de transformar la sociedad, de develar las injusticias sociales y de trabajar unidos para construir una Colombia diferente, donde los excluidos y oprimidos fueran cuestión del pasado y no la lacerante realidad del presente.
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