Recordar este tema nos retrocede a una fecha mítica para el movimiento estudiantil, el 8 de junio de 1929. El día en que el estudiante Gonzalo Bravo Pérez cae asesinado por la policía, cuando se encontraba dentro de la movilización contra “la Rosca”.
La rosca manzanillista. Ciega a Bogotá. Ricardo Rendón (1894- 1931). "Álbum de Cromos", 1930. Tinta sobre papel, 12.7 x 17.8 cms. originalmente publicada en el diario "El Espectador", en 1929.
Esta “rosca” estaba conformada por diversos personajes políticos, desde los ministros hasta alcaldes, que con el apoyo del presidente, se caracterizaban por corrupción, apropiación de fondos públicos y nepotismo. Estos personajes generaban además especial escozor entre la población pues muchos de ellos están asociados con la fuerte represión que se vivía y directamente asociados con la masacre de las Bananeras. De esta rosca era parte el Ministro de Guerra, Ignacio Rengifo, reconocido por sus órdenes represivas contra las huelgas de la Tropical (1927) y en la masacre de las Bananeras (1928). Como también el general Carlos Cortés Vargas, director General de la Policía y ejecutor de la masacre de las Bananeras. Entre otras cosas, en esos días esta rosca cambia al alcalde de Bogotá para continuar con la corrupción, represión y mantener por su parte el control de la ciudad.
Dijo el Cuervo: ¿Nada más?. Jorge Franklin (1912). "El Espectador", abril 20 de 1925. Tinta sobre papel en reproducción, 15 x 21 cms.
El comentario del caricaturista tiene su origen en que Luis Augusto Cuervo ha sido nombrado alcalde con la anuencia de la rosca manzanillista.
Los sectores populares se sentían indignados con el manejo que se le estaba dando al Estado. Hay un despertar de la movilización y una unidad de lucha contra estos personajes. Las universidades se comprometen con la oposición a la rosca. El 6 de junio se da una importante marcha que es detenida por la policía. En esta situación los sectores populares se organizan para generar un control territorial de la ciudad y desconocer a la rosca y al alcalde impuesto por ellos.
Primera chispa. La sacadura del nepote. José "Pepe" Gómez, seudónimo Díaz, (1892 - 1936). Revista "Fantoches", junio de 1929. Tinto sobre papel en reproducción, 15 x 18 cms.
Alcalde nombrado con la anuencia de las roscas manzanillistas municipal y departamental.
Se paraliza la universidad y los estudiantes se dedican a construir brigadas estudiantiles móviles por toda la de la ciudad. En una de ellas participa Gonzalo Bravo Pérez. La gente continúa la manifestación, con constantes choques con la policía. Sin embrago no los desaniman de sus objetivos tumbar a la rosca. El presidente asustado por la fuerza demostrada en la movilización pide la renuncia a varios miembros de la rosca.
Es un triunfo para el movimiento popular y estudiantil. Las brigadas estudiantiles continúan en la ciudad celebrando y agitando entre ellos esta Gonzalo Bravo Pérez. El Estado no se iba a quedar cruzado de brazos viendo la victoria alcanzado por la lucha popular.
La represión esta vez la encabeza la policía montada que abre fuego contra la brigada estudiantil que se encuentra en el centro. A pesar de que obreros intervienen para defender a los estudiantes es asesinando Gonzalo Bravo Pérez. El 9 de junio de 1929 una gran cantidad de personas asiste al entierro de Gonzalo Bravo Pérez. La universidad se mantiene en paro hasta exigir una investigación de los hechos que finalmente nunca culmina.
Murió Gonzalo Bravo Pérez, pero la movilización popular y estudiantil condeno para siempre a la rosca pues gran parte de esta debió renunciar, incluido el alcalde de Bogotá. Este estudiante "con su sangre había firmado el acta de defunción de la 'rosca' y el 'manzanillismo' que azotaba la ciudad", recuerda Carlos Medina en la obra Día del Estudiante. Crónicas de violencia 1924-1954.
Por tercera mano. José "Pepe" Gómez, (1892 - 1936). Revista "Fantoches", junio 8 de 1929. Tinta sobre papel en reproducción, 10.6 x 18 cms. La caída del alcalde de Bogotá.
Desafortunadamente cuando recordamos esta fecha siempre se nos habla del asesinato pero poco del proyecto político que había detrás, de los logros conseguidos, de la movilización y unidad que se dio contra la rosca. El asesinato de Gonzalo Bravo Pérez se volvió un hito del movimiento estudiantil, convirtiéndolo en el primer mártir del movimiento estudiantil. Recordamos su nombre pero poco conocemos o reflexionamos sobre el contexto y sus luchas.
Foto de la Manifestación del 8 de Junio de 1929 que lleva el féretro de Gonzalo Bravo Pérez.
Ahora bien, transportémonos 25 años después. Era la dictadura de Rojas Pinilla, un general que gobernó el país entre 1953 y 1957. Este general poco antes había sido destituido por el nuevo ministro de defensa, quien entonces respondió arrestándolo y rodeando con tanques la casa de Laureano Gómez, quien era el presidente ese momento. En un intento de las dirigencias de los partidos políticos tradicionales por frenar la fuerte violencia que se había generado en el país le ofrecen la presidencia a este militar. Lo cual significa que su llegada al poder no es en sí misma un golpe de estado por parte de los militares sino una combinación con un golpe cívico militar.
Rojas Pinilla institucionalizó la celebración del 13 de junio, que era la fecha en que había asumido el poder. En el año de 1954, el gobierno se preparaba para celebrar a nivel nacional otro año de la llegada a la presidencia de Rojas Pinilla. Pero por otro lado los estudiantes se preparaban para otra conmemoración. Se trataba del carnaval universitario el 7 de junio y el 8 de junio, conmemoración del asesinato a Gonzalo Bravo Pérez. Al tiempo que se desarrollaba un paro en algunas facultades de la Universidad Nacional. Como se hacía cada año la conmemoración incluía una marcha a la tumba de Gonzalo Bravo Pérez.
La marcha ese año intento ser detenida por la policía, pero que finalmente llego a su destino. En la tarde gran parte de los estudiantes se devolvieron a la Universidad. Muchos estaban dentro de ella, simplemente pasando la tarde. Cuando llego un camino de la policía a la entrada de la 26 dando la orden de desalojo a los estudiantes que se encontraban allí. Los estudiantes se niegan a desalojar la universidad pues se encuentran en ella pacíficamente. Al poco tiempo llega también un camión del ejército. Los hechos son confusos, pero a los pocos segundos se oye una descarga de fusil. Cae asesinado el estudiante Uriel Gutiérrez.
Su cuerpo es llevado a la facultad de derecho. Allí los estudiantes exigen la presencia del gobierno. Sus peticiones son la destitución de las directivas de la universidad, una investigación de lo ocurrido y una autorización para una marcha al capitolio para velar a Uriel Gutiérrez. A lo cual el gobierno se niega, solo aceptando la petición de la investigación, que finalmente tampoco culmina. Las negociaciones continúan y el gobierno ante la presión de los estudiantes debe autorizar la marcha para el otro día.
Más de tres mil estudiantes de la nacional y de otras universidades se unen a la marcha ese 9 de junio de 1954. Toman la 26 y luego la 7ma cuando llegan a la avenida Jimenez son detenidos por soldados del ejército que les prohíben continuar. Pasan unos momentos y el ejército abre fuego contra los estudiantes de la marcha. 10 estudiantes caen muertos: Hernando Ospina Lopez, Hernando Morales Sanchez, Rafael Sánchez Matallana, Elmo Gómez Lucich, Álvaro Gutiérrez Góngora, Juan Pacheco Grijales, Hugo León Velásquez y Jaime Moore Ramírez.
Estudiantes caídos el 9 de junio de 1954. Fotografía de «Times», junio 16 de 1954.
Ese día Rojas Pinilla declara el estado de sitio en todo el país, prohibió cualquier tipo de manifestación, cierra la universidad nacional y fueron detenidas 500 personas. Estos hechos mostraron el carácter que iría tomando el gobierno de Rojas Pinilla. Fueron el principio del fin de la opinión favorable sobre la presidencia del general.
Los estudiantes asesinados se convertirían en un símbolo en contra de la dictadura. Finalmente tras una fuerte oposición y repudio Rojas Pinilla debió retirarse. El 10 de mayo de 1957 el movimiento estudiantil representó una de los impulsos principales del movimiento cívico que favoreció la caída del General Rojas Pinilla.
Hoy los estudiantes aún recordamos aquellos días fatídicos de Junio de 1926 y 1953. Fatídicos porque fueron asesinados estudiantes. A pesar de los intentos por borrar la memoria y por ignorar el carácter comprometido del estudiantado, en el aire brota la incertidumbre sobre este compromiso del estudiantado con la sociedad y estas memorias. Porque todavía hay estudiantes comprometidos que son asesinados y cuyas muertes quedan impunes. Porque hoy continuamente se violan los derechos humanos de los y las estudiantes, imponiéndonos toques de queda, amenazas y estigmatización. Porque hoy en día la universidad sigue siendo un espacio de difusión de información sobre las problemáticas sociales de la nación, un espacio de debate y pensamiento crítico.
Casi siempre los estudiantes recordamos estos asesinatos. Pero vale la pena preguntarse: ¿por qué la memoria estudiantil está basada en los muertos? ¿Por qué recordamos solamente los muertos pero no los procesos y luchas en que estos hechos ocurrieron? Tal vez la costumbre de hacer una historia heroica, tal vez la necesidad de olvidar que no solo se han perdido vidas sino que se han perdido luchas, que se ha perdido el derecho a la educación de calidad y con condiciones dignas. Tal vez ignoramos estas historias para no darnos cuenta que se ha perdido el compromiso del movimiento estudiantil con el movimiento popular y con las problemáticas nacionales. Pero esta heroízación de la historia, en la que solo recordamos mártires, nos aleja de los problemas reales.
¿Cómo generar una memoria autocrítica y para construir procesos? Vemos la necesidad de generar una memoria comprometida que más allá de hablar de los muertos, genere una reflexión sobre la educación pública pensando en el pasado, el presente y el futuro. La construcción de la memoria colectiva es una manera de hacer historia con un contenido más comprometido con la transformación. Es necesario generar una memoria estudiantil autocrítica y comprometida más allá de la memoria heroica de sus estudiantes caídos.
Porque no aprovechamos estas conmemoraciones para ver más allá de los asesinatos y miramos las experiencias de lucha y las apuestas políticas. En vez de recordar nombres de muertos o desgastarnos discutiendo en si es el día del estudiante caído o del estudiante revolucionario generemos una memoria propositiva y que construya futuro. No se trata de mártires o fechas sino de procesos históricos.
¿Esos dos momentos que hemos reseñado rápidamente nos pueden decir algo para el presente y futuro? Debemos resaltar por ejemplo que la movilización estudiantil tuvo victorias en estos periodos pero estas se generaron solo en la medida en que se articuló con la movilización popular. Esta unidad con el sector popular y la reflexión sobre problemáticas nacionales hoy son escasas en nuestras universidades.
Rosca es como funciona actualmente la democracia colombiana […] tiene mucha cercanía con una dictadura, las violaciones de Derechos humanos son constantes. Estas son problemáticas contra las que se opuso históricamente el movimiento estudiantil, ¿hoy como estudiantes que hacemos ante esto?
Recordemos de manera diferente el 8 y 9 de junio, la memoria debe servir para construir procesos de movilización. Debemos construir procesos estudiantiles de movilización desde estas memorias de las luchas. “La memoria salva, escoge, filtra, pero no mata. La memoria y el deseo saben que no hay presente vivo con pasado muerto, ni habrá futuro sin ambos.” (Carlos fuentes). No matemos las luchas estudiantiles en discusiones desgastadas o en simplemente recordar muertos. La memoria no debería ser para enterrar a nuestros muertos sino para revivirlos, una memoria insepulta. Una memoria que esta adolorida y lastimada pero que a partir de la experiencia camina y construye colectivamente. A tumbar la rosca y la dictadura.
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